Dentro del género Loxosceles, la Loxosceles laeta es la que posee mayor distribución en Sudamérica, principalmente en Chile; en América del Norte hay casos en México, y es sin duda la más tóxica y peligrosa.
Es una araña cuya mordedura puede causar la muerte: el cuadro producido por el veneno se llama loxoscelismo. Es incluso tan peligrosa como la araña viuda negra (Latrodectus mactans).
El problema es que cuando una persona ha sido mordida por una de estas arañas, presenta un cuadro clínico que en muchas ocasiones no es detectado a tiempo, sino hasta después de que es hospitalizado.
Para su tratamiento es utiliza el suero anti-loxosceles con regular éxito, el que disminuye pasadas las 6 horas después de la mordedura.
Acción del veneno.
El veneno de la Loxosceles laeta es potencialmente mortal dependiendo de la relación inóculo-masa del individuo. Su acción es esencialmente proteolítica y necrolítica (disuelve poderosamente los tejidos). El mismo está compuesto por poderosas enzimas proteolíticas que destruyen todo lo que tenga proteínas, siendo 10 veces más poderoso su efecto que la quemadura con ácido sulfúrico ya que el veneno tiene alto poder de penetración.
Formas clínicas del loxoscelismo.
Loxoscelismo cutáneo.
La evolución es a una úlcera necrótica o edematosa que se define en las primeras 24 horas del cuadro. Tiene una escasa repercusión sistémica, con fiebre y compromiso del estado general. Al fijarse en la úlcera, el signo evolutivo de lesión de color rojo–blanco-azul es típica del loxoscelismo.
Después de 4-8 horas, el área de la mordedura se siente dolorosa y con prurito, presentando una induración central rodeada por un área pálida de isquemia y una zona de eritema. En general, no existe linfadenopatía regional . La lesión puede desaparecer al cabo de dos o tres días, o bien evolucionar a la fase más grave. Las complicaciones son: celulitis, linfangitis, lesiones cutáneas similares a pioderma gangrenoso.
Loxoscelismo cutáneo-visceral.
La complicación más seria del loxoscelismo es el shock anafiláctico, con un 25 % de mortalidad, y se da entre el 15% y el 30% de los casos de loxoscelismo.
La lesión cutánea es igual, pero con el paso de las horas aparece hematuria, fiebre, anemia hemolítica, leucocitosis, un recuento de plaquetas variable y alteración de la función renal, con hipercalemia y creatinina plasmática elevadas, llevando a la insuficiencia renal aguda oligúrica, de tipo renal- intrínseca debido a que, por la hemólisis, se tapan los túbulos renales con la hemoglobina, causando una necrosis tubular aguda (pudiendo requerir diálisis); esta fase conlleva riesgo vital.
En formas más serias, la placa es rojiza, de tono violáceo, el eritema es diseminado, el centro de la lesión aparece hemorrágico y necrótico con una ampolla en la parte superior. Evoluciona a una placa livedoide, grande, luego a una úlcera necrótica, que luego de tres semanas se desprende quedando una úlcera limpia que puede alcanzar más de 25 cm de diámetro, para luego terminar en una cicatriz deprimida, en un verdadero cráter necrosado.
El inóculo del veneno no genera ningún tipo de inmunidad a futuro pudiendo ser además fatal en una segunda oportunidad creándose algún cuadro de alergia anafiláctica fatal.
Primeros auxilios.
-Hay que actuar rápidamente sobre el afectado.
-Aplicar hielo en bolsa sobre la herida para frenar la velocidad de reacción.
-Mantener al paciente en reposo y en una posición cómoda. Evitar movimientos innecesarios.
-Controlar su temperatura.
-Aplicar torniquete con hielo. Soltar de cuando en cuando.
-Ante la tumefacción o edema del miembro afectado, elevarlo.
-Si es posible: lavar la zona con agua y jabón.
-No utilizar desinfectantes o antisépticos que coloreen la zona, enmascarándola.
-Trasladar a un centro asistencial rápidamente.
-En lo posible (es ideal y de mucha ayuda), capturar el arácnido o restos de él y llevarlos junto con el afectado para su identidad.
Importante: llevar al afectado a un centro asistencial que posea el suero anti-loxosceles antes de 6 horas de transcurrida la mordedura.
Antídoto y tratamiento.
El tratamiento de la picadura de Loxosceles comienza con la limpieza del área afectada, aplicación de compresas frías locales y elevación-inmovilización del miembro afectado. Para el prurito alérgico indicar antihistamínicos H1; analgésicos ; dapsona, colchicina (sólo en cutáneos muy graves). El uso de corticoides es discutible.
Dejar que evolucione la placa, la escisión quirúrgica inmediata de la herida puede ser perjudicial; el debridamiento y el injerto cutáneo sólo se reservan para cuando remiten los signos de inflamación aguda.
Dependiendo del contexto del incidente y del paciente, se debe considerar la administración de antibióticos y profilaxis antitetánica.
Estar atento a signos de compromiso sistémico grave (loxoscelismo cutáneo-visceral), evaluar función renal , electrolitos plasmáticos (especialmente el K+), complicaciones cardiovasculares (edema pulmonar y arritmias), alteraciones inmunitarias y endocrinas.
El antídoto es el Suero Antiloxoscélico creado en Perú por el Instituto Nacional de Salud, fórmula distribuida humanitariamente en países en los que haya presencia de Loxosceles laeta. Se aplican 1-2 ampollas (esto sólo neutraliza la toxina libre) en las 6 primeras horas después de la mordedura.
Fuente: http://es.wikipedia.org
Un blog para enterarte sobre toda la actualidad y tecnología para el control de plagas que afectan la salud del hombre, los animales domésticos y las actividades económicas.
miércoles, 19 de julio de 2017
Recomendaciones para el manejo seguro y responsable de productos fitosanitarios.
02/03/2015
El Senasa recuerda a los productores agropecuarios una serie de medidas a fin de proteger la salud humana y preservar el ambiente.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) brinda una serie de recomendaciones para el manejo adecuado de productos fitosanitarios utilizados en las prácticas agropecuarias, a fin de proteger la salud de la población y el medio ambiente.
Se denomina producto fitosanitario a cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, controlar o destruir cualquier organismo nocivo, incluyendo las especies no deseadas de plantas o animales, que causan perjuicio o interferencia negativa en la producción, elaboración o almacenamiento de los vegetales y sus productos. El término incluye coadyuvantes, fitoreguladores, desecantes y las sustancias aplicadas a los vegetales antes o después de la cosecha para protegerlos contra el deterioro durante el almacenamiento y transporte.
En Argentina los productos fitosanitarios que se comercialicen deben estar inscriptos en el Registro Nacional de Terapéutica Vegetal del Senasa, que en su calidad de autoridad competente aprueba la fabricación, formulación, experimentación, comercialización y utilización de los mismos.
Una vez identificada la enfermedad o plaga, es necesario conocer qué productos son los recomendados para la situación. Cada fitosanitario tiene su selectividad y especificidad, y han sido aprobados y registrados para ciertos usos y no para otros. Antes de aplicar el producto, es importante que el productor/aplicador lea atentamente la etiqueta y respete las indicaciones. Además, debe verificar que el producto esté aprobado por el Senasa y posea el número correspondiente de registro.
Las etiquetas o marbetes tienen en su parte inferior una banda de color que identifica la clase toxicológica del producto fitosanitario con una leyenda de advertencia, como así también los correspondientes pictogramas, estos son dibujos simples que comunican un mensaje sin palabras.
En cuanto al almacenamiento de los envases deben colocarse en un depósito aislado de la vivienda, que posea buena ventilación y esté fuera del alcance de los niños; para ello se recomienda asegurar el lugar bajo llave. Es conveniente ubicar los envases sobre tarimas, alejados de la pared. Los líquidos en la parte inferior y los sólidos en los estantes superiores, por la posibilidad de derrames.
El equipo de aplicación, requiere de un mantenimiento adecuado que consiste en limpiar y cambiar periódicamente los picos del dispositivo. Es recomendable limpiarlos con un cepillo que se utilice solamente para esa tarea, cada vez que se realicen aplicaciones. Si se desconoce cómo calibrar el equipo puede solicitarse ayuda a un ingeniero agrónomo.
En lo referente a la aplicación, se debe utilizar las dosis recomendadas en la etiqueta para esa plaga y ese cultivo. Es necesario pulverizar con el menor viento posible, para evitar la deriva del mismo. En este sentido, es importante tener en cuenta la dirección y velocidad del viento y nunca aplicar el producto con vientos superiores a los establecidos en las etiquetas de los productos que pudieran trasladar innecesariamente el agroquímico a otras zonas.
La Ley de Biocidas N° 7032 de la provincia del Chaco prohíbe la aplicación aérea de productos agroquímicos a una distancia inferior a los 1.500 metros de los centros urbanos, establecimientos educativos y sanitarios, reservas y fuentes o reservorios de agua. Asimismo, prohíbe la aplicación terrestre de dichos productos a una distancia inferior a los 500 metros. Ésta distancia podría reducirse en el caso de cumplir con procedimientos específicos establecidos en dicha norma.
Para manipular productos fitosanitarios el operario debe utilizar elementos de protección personal que mitiguen los riesgos de contaminación. Entre ellos: guantes de goma, máscara, sombrero, botas, lentes, pantalón y camisa mangas largas impermeables. De igual modo, la ropa de trabajo debe ser lavada en forma separada de la utilizada por el resto de la familia.
Se deberá respetar el tiempo de reingreso a las aéreas tratadas según indicación de las etiquetas. De igual modo, es importante respetar el periodo de carencia, es decir, el tiempo que existe entre la última aplicación del producto y el momento de la cosecha. Tampoco se debe comer, beber o fumar mientras se trabaja con plaguicidas.
Si se produjera un derrame, cubrir con material absorbente, por ejemplo, arena o aserrín en el lugar donde cayó el producto. Si se derramara sobre la ropa; es necesario quitarla rápidamente y lavarse las partes expuestas con abundante agua y jabón. Luego, dirigirse inmediatamente al centro de salud más cercano, mostrando al médico el producto usado.
Una vez de terminado el producto, realice el triple lavado de los envases vacíos, cuyos pasos consisten en:
1) Dejar gotear los restos del producto 30 segundos en el tanque de la pulverizadora.
2) Agregar el 25% de agua limpia en el envase.
3) Agitar enérgicamente durante 30 segundos.
4) Verter el contenido en la pulverizadora.
5) Repetir esta acción dos veces más.
El envase de los agroquímicos no debe ser reutilizado con otros productos y para asegurarse de su inutilidad, es conveniente realizar varias perforaciones en el fondo del envase.
Conforme la Ley de Biocidas de la provincia del Chaco, las empresas fabricantes de los productos agroquímicos que se comercializan en el territorio provincial son las únicas responsables de darle disposición final a todo tipo de envases de agroquímicos; quedando prohibido el entierro, quema o abandono en el campo de envases por parte del productor.
La normativa provincial también prohíbe la descarga de productos fitosanitarios en todo lugar accesible a personas, animales o cultivos, campos de pastoreo o forestales, aguas superficiales o subterráneas, cualquier recurso natural o el medioambiente.
Fuente: www.senasa.gov.ar
El Senasa recuerda a los productores agropecuarios una serie de medidas a fin de proteger la salud humana y preservar el ambiente.
Foto: www.chil.es
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) brinda una serie de recomendaciones para el manejo adecuado de productos fitosanitarios utilizados en las prácticas agropecuarias, a fin de proteger la salud de la población y el medio ambiente.
Se denomina producto fitosanitario a cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, controlar o destruir cualquier organismo nocivo, incluyendo las especies no deseadas de plantas o animales, que causan perjuicio o interferencia negativa en la producción, elaboración o almacenamiento de los vegetales y sus productos. El término incluye coadyuvantes, fitoreguladores, desecantes y las sustancias aplicadas a los vegetales antes o después de la cosecha para protegerlos contra el deterioro durante el almacenamiento y transporte.
En Argentina los productos fitosanitarios que se comercialicen deben estar inscriptos en el Registro Nacional de Terapéutica Vegetal del Senasa, que en su calidad de autoridad competente aprueba la fabricación, formulación, experimentación, comercialización y utilización de los mismos.
Una vez identificada la enfermedad o plaga, es necesario conocer qué productos son los recomendados para la situación. Cada fitosanitario tiene su selectividad y especificidad, y han sido aprobados y registrados para ciertos usos y no para otros. Antes de aplicar el producto, es importante que el productor/aplicador lea atentamente la etiqueta y respete las indicaciones. Además, debe verificar que el producto esté aprobado por el Senasa y posea el número correspondiente de registro.
Las etiquetas o marbetes tienen en su parte inferior una banda de color que identifica la clase toxicológica del producto fitosanitario con una leyenda de advertencia, como así también los correspondientes pictogramas, estos son dibujos simples que comunican un mensaje sin palabras.
En cuanto al almacenamiento de los envases deben colocarse en un depósito aislado de la vivienda, que posea buena ventilación y esté fuera del alcance de los niños; para ello se recomienda asegurar el lugar bajo llave. Es conveniente ubicar los envases sobre tarimas, alejados de la pared. Los líquidos en la parte inferior y los sólidos en los estantes superiores, por la posibilidad de derrames.
El equipo de aplicación, requiere de un mantenimiento adecuado que consiste en limpiar y cambiar periódicamente los picos del dispositivo. Es recomendable limpiarlos con un cepillo que se utilice solamente para esa tarea, cada vez que se realicen aplicaciones. Si se desconoce cómo calibrar el equipo puede solicitarse ayuda a un ingeniero agrónomo.
En lo referente a la aplicación, se debe utilizar las dosis recomendadas en la etiqueta para esa plaga y ese cultivo. Es necesario pulverizar con el menor viento posible, para evitar la deriva del mismo. En este sentido, es importante tener en cuenta la dirección y velocidad del viento y nunca aplicar el producto con vientos superiores a los establecidos en las etiquetas de los productos que pudieran trasladar innecesariamente el agroquímico a otras zonas.
La Ley de Biocidas N° 7032 de la provincia del Chaco prohíbe la aplicación aérea de productos agroquímicos a una distancia inferior a los 1.500 metros de los centros urbanos, establecimientos educativos y sanitarios, reservas y fuentes o reservorios de agua. Asimismo, prohíbe la aplicación terrestre de dichos productos a una distancia inferior a los 500 metros. Ésta distancia podría reducirse en el caso de cumplir con procedimientos específicos establecidos en dicha norma.
Foto: www.cursiva.net
Para manipular productos fitosanitarios el operario debe utilizar elementos de protección personal que mitiguen los riesgos de contaminación. Entre ellos: guantes de goma, máscara, sombrero, botas, lentes, pantalón y camisa mangas largas impermeables. De igual modo, la ropa de trabajo debe ser lavada en forma separada de la utilizada por el resto de la familia.
Se deberá respetar el tiempo de reingreso a las aéreas tratadas según indicación de las etiquetas. De igual modo, es importante respetar el periodo de carencia, es decir, el tiempo que existe entre la última aplicación del producto y el momento de la cosecha. Tampoco se debe comer, beber o fumar mientras se trabaja con plaguicidas.
Si se produjera un derrame, cubrir con material absorbente, por ejemplo, arena o aserrín en el lugar donde cayó el producto. Si se derramara sobre la ropa; es necesario quitarla rápidamente y lavarse las partes expuestas con abundante agua y jabón. Luego, dirigirse inmediatamente al centro de salud más cercano, mostrando al médico el producto usado.
Una vez de terminado el producto, realice el triple lavado de los envases vacíos, cuyos pasos consisten en:
1) Dejar gotear los restos del producto 30 segundos en el tanque de la pulverizadora.
2) Agregar el 25% de agua limpia en el envase.
3) Agitar enérgicamente durante 30 segundos.
4) Verter el contenido en la pulverizadora.
5) Repetir esta acción dos veces más.
El envase de los agroquímicos no debe ser reutilizado con otros productos y para asegurarse de su inutilidad, es conveniente realizar varias perforaciones en el fondo del envase.
Conforme la Ley de Biocidas de la provincia del Chaco, las empresas fabricantes de los productos agroquímicos que se comercializan en el territorio provincial son las únicas responsables de darle disposición final a todo tipo de envases de agroquímicos; quedando prohibido el entierro, quema o abandono en el campo de envases por parte del productor.
La normativa provincial también prohíbe la descarga de productos fitosanitarios en todo lugar accesible a personas, animales o cultivos, campos de pastoreo o forestales, aguas superficiales o subterráneas, cualquier recurso natural o el medioambiente.
Fuente: www.senasa.gov.ar
La "superoruga": Helicoverpa armigera.
En campañas anteriores, Brasil se vio convulsionado por la aparición de una plaga a la que catalogan de "casi incontrolable". También fue detectada en lotes de Paraguay. Y ahora existe la fundada sospecha de que ya empezó a colonizar los suelos argentinos.
Se trata de la oruga Helicoverpa armigera, similar a la oruga del choclo (Hleotis zea) y a la isoca bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), pero con otras características mucho más agresivas hacia los cultivos. Aunque por tratarse de una plaga cuarentenaria las autoridades nacionales están siendo responsablemente cautas: los antecedentes de este insecto hacen pensar que pronto lo tendremos "atendiendo" nuestros cultivos.
Las plagas cuarentenarias son declaradas como tales por el SENASA, una vez confirmada su presencia efectiva en el territorio nacional, en función del impacto económico y ambiental que pudiera causar. Normalmente son plagas exóticas (no propias de la zona) que encuentran espacio libre para procrear y difundirse. En Brasil, el gobierno declaró la emergencia fitosanitaria a nivel nacional.
La reacción inmediata ante plagas desconocidas es usar los productos de mayor impacto y con dosis superiores a las acostumbradas. Esto ocurrió en Brasil, donde el costo del control de plagas en algodón se duplicó, de 200 a 400 dólares por hectárea. Pero el uso de productos con estas características tiene un impacto ambiental que puede traducirse en mayores riesgos de ocurrencia de otras plagas. Ya se sabe que no son los productos más fuertes ni las altas dosis las que deben usarse para pelearle a la "bolillera brava". Deberá ser un programa de monitoreo y manejo de bajo impacto, para el que no estamos enteramente preparados.
Porqué esta nueva plaga es una amenaza?
Se sabe que es naturalmente más tolerante a insecticidas que otras plagas: en otras regiones del mundo ha generado rápidamente resistencia o falta de susceptibilidad a los insecticidas convencionales; inclusive se ha visto que los genes Bt incorporados a los cultivos no son todo lo efectivos que se espera como para otras plagas (incluso existen umbrales de daño para algodones transgénicos).
Tiene una capacidad de procreación muy importante -dejando cada individuo hembra una descendencia de más de 1500 congéneres-, sumado a una alta capacidad de dispersión y adaptabilidad a distintos ambientes. Produce daño directo sobre los determinantes de crecimiento.
Puede alimentarse con voracidad de una variada gama de cultivos (soja, maíz, girasol, hortalizas, etc.) y aún de malezas; en Brasil consume soja, trigo, maíz, algodón, poroto, café, cultivos hortícolas y citrícolas.
Su reconocimiento a campo es muy complicado, pudiéndose confundir fácilmente con otras plagas semejantes. La diferencias detalles mínimos, como la morfología del aparato reproductor.
Se especula con que hay híbridos de Helicoverpa armigera surgidos del cruzamiento con otros lepidópteros, que generaron estas "superorugas".
Lineamientos básicos para definir estrategias de control.
Si bien la plaga es una novedad y no se conocen con precisión los umbrales de control, se tiene la certeza de que con principios activos como los carbamatos, organofosforados, espinosinas, diaminas, oxidiaminas y reguladores de crecimiento, puede ser controlada.
Como estrategia de manejo se aconseja la aplicación de un activo más un regulador de crecimiento: eso evita hacer muchas aplicaciones de distintos productos y con altas dosis. A causa del uso de distintos insecticidas, podría detectarse una mayor presión poblacional de plagas secundarias, como picudos, moscas blancas, ácaros y chinches.
Investigadores brasileros afirman que la amplia adopción del maíz Bt controló a Spodoptera frugiperda, un enemigo natural de las orugas Helicoverpa armigera. Respecto al Bt en soja, se estima que promueve cierto grado de control de Helicoverpa sp, aunque al cabo de unos 2 años, pueden aparecer insectos resistentes a este evento genético.
Habrá que seguir paso a paso las experiencias brasileras en esta campaña que ya está en marcha y mantenerse atentos a las informaciones y recomendaciones del SENASA en caso de confirmarse su presencia en Argentina durante la campaña.
Cuando el río suena, agua trae, dice el ducho popular. Y la peor manera de evitar los daños de la creciente es frenándola: hay que anticiparse y tratar de conducirla, de manejarla. Lo mismo sucede con las plagas difíciles.
Fuentes:
-Igarzábal, Daniel; Clarín Rural, p.9, 23/11/2013
-Losada, Pablo; Alertan por la llegada una "superoruga", Clarín Rural, p.12, 14/12/2013
Se trata de la oruga Helicoverpa armigera, similar a la oruga del choclo (Hleotis zea) y a la isoca bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), pero con otras características mucho más agresivas hacia los cultivos. Aunque por tratarse de una plaga cuarentenaria las autoridades nacionales están siendo responsablemente cautas: los antecedentes de este insecto hacen pensar que pronto lo tendremos "atendiendo" nuestros cultivos.
Foto: Oruga de Helicoverpa armigera
Las plagas cuarentenarias son declaradas como tales por el SENASA, una vez confirmada su presencia efectiva en el territorio nacional, en función del impacto económico y ambiental que pudiera causar. Normalmente son plagas exóticas (no propias de la zona) que encuentran espacio libre para procrear y difundirse. En Brasil, el gobierno declaró la emergencia fitosanitaria a nivel nacional.
La reacción inmediata ante plagas desconocidas es usar los productos de mayor impacto y con dosis superiores a las acostumbradas. Esto ocurrió en Brasil, donde el costo del control de plagas en algodón se duplicó, de 200 a 400 dólares por hectárea. Pero el uso de productos con estas características tiene un impacto ambiental que puede traducirse en mayores riesgos de ocurrencia de otras plagas. Ya se sabe que no son los productos más fuertes ni las altas dosis las que deben usarse para pelearle a la "bolillera brava". Deberá ser un programa de monitoreo y manejo de bajo impacto, para el que no estamos enteramente preparados.
Porqué esta nueva plaga es una amenaza?
Se sabe que es naturalmente más tolerante a insecticidas que otras plagas: en otras regiones del mundo ha generado rápidamente resistencia o falta de susceptibilidad a los insecticidas convencionales; inclusive se ha visto que los genes Bt incorporados a los cultivos no son todo lo efectivos que se espera como para otras plagas (incluso existen umbrales de daño para algodones transgénicos).
Tiene una capacidad de procreación muy importante -dejando cada individuo hembra una descendencia de más de 1500 congéneres-, sumado a una alta capacidad de dispersión y adaptabilidad a distintos ambientes. Produce daño directo sobre los determinantes de crecimiento.
Puede alimentarse con voracidad de una variada gama de cultivos (soja, maíz, girasol, hortalizas, etc.) y aún de malezas; en Brasil consume soja, trigo, maíz, algodón, poroto, café, cultivos hortícolas y citrícolas.
Su reconocimiento a campo es muy complicado, pudiéndose confundir fácilmente con otras plagas semejantes. La diferencias detalles mínimos, como la morfología del aparato reproductor.
Se especula con que hay híbridos de Helicoverpa armigera surgidos del cruzamiento con otros lepidópteros, que generaron estas "superorugas".
Foto: Adulto (polilla) de Helicoverpa armigera
Lineamientos básicos para definir estrategias de control.
Si bien la plaga es una novedad y no se conocen con precisión los umbrales de control, se tiene la certeza de que con principios activos como los carbamatos, organofosforados, espinosinas, diaminas, oxidiaminas y reguladores de crecimiento, puede ser controlada.
Como estrategia de manejo se aconseja la aplicación de un activo más un regulador de crecimiento: eso evita hacer muchas aplicaciones de distintos productos y con altas dosis. A causa del uso de distintos insecticidas, podría detectarse una mayor presión poblacional de plagas secundarias, como picudos, moscas blancas, ácaros y chinches.
Investigadores brasileros afirman que la amplia adopción del maíz Bt controló a Spodoptera frugiperda, un enemigo natural de las orugas Helicoverpa armigera. Respecto al Bt en soja, se estima que promueve cierto grado de control de Helicoverpa sp, aunque al cabo de unos 2 años, pueden aparecer insectos resistentes a este evento genético.
Habrá que seguir paso a paso las experiencias brasileras en esta campaña que ya está en marcha y mantenerse atentos a las informaciones y recomendaciones del SENASA en caso de confirmarse su presencia en Argentina durante la campaña.
Cuando el río suena, agua trae, dice el ducho popular. Y la peor manera de evitar los daños de la creciente es frenándola: hay que anticiparse y tratar de conducirla, de manejarla. Lo mismo sucede con las plagas difíciles.
Fuentes:
-Igarzábal, Daniel; Clarín Rural, p.9, 23/11/2013
-Losada, Pablo; Alertan por la llegada una "superoruga", Clarín Rural, p.12, 14/12/2013
Hantavirus, el modelo periurbano: riesgo peridomiciliario.
Por Jorge Enrique Bolpe
La emergencia de los casos de hantavirus en la provincia de Buenos Aires motivó un intenso trabajo de investigación epidemiológica que incluyó, de acuerdo a normativas establecidas por el Ministerio de Salud de la Nación, la captura de roedores silvestres en los sitios de probable exposición de los casos humanos, para detectar los reservorios y las variantes virales que circulan en la región. Esta investigación aporta información necesaria para las estrategias de promoción de la salud a aplicar, destinadas a minimizar el riesgo de adquirir esta infección viral en la población expuesta a riesgo.
El Departamento de Zoonosis Rurales con personal entrenado por el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio Maiztegui" (procedimientos de captura y bioseguridad) ha intervenido con relación a 66 casos humanos de la enfermedad desde el año 1997 hasta el presente, mediante la instalación de 866 líneas de captura, con 14.350 trampas/ noche en ámbitos rurales, suburbanos y urbanos de la provincia, obteniendo 2.325 roedores silvestres que se destinaron a estudios virológicos.
Los roedores de las especies Akodon azarae y Oligoryzomys flavescens fueron los más frecuentemente capturados, con un 56 % y 16 % respectivamente del total de capturas, detectándose una tasa de infección a hantavirus, por serología, del 3.46 % y 5.9 % respectivamente.
Inicialmente se relacionó la casuística con exposición de las personas en ámbitos rurales, no obstante el análisis de la epidemiología de cada caso permitió estimar situaciones de exposición en ambientes periurbanos e, inclusive, urbanos, considerando que uno de los sitios de riesgo es, en particular, el área denominada "peridomicilio". El peridomicilio consiste en un radio de terreno de 30 a 40 metros circundante a la vivienda urbana, periurbana y rural, en el cual se desarrollan gran parte de las actividades rutinarias de la vida cotidiana por parte de los miembros de la familia. En ocasiones, un deficiente saneamiento de esta área (pastizales, malezas, pilas de leña o ramas, elementos en desuso, chatarra y desperdicios que sirvan de alimento y refugio a roedores) permite la multiplicación de especies de roedores silvestres e, inclusive, en picos poblacionales, la invasión del interior de las viviendas.
Un análisis preliminar de las capturas obtenidas en cuatro municipios de diferentes ámbitos de la provincia de Buenos Aires (Tapalqué, Cnel Vidal, Castelli y Florencio Varela) permite enfatizar esta cuestión. Durante los años 1997/98 y en relación a casos humanos, se capturaron roedores en ambientes peridomiciliarios y rurales dispersos de cuatro viviendas (domicilio de los casos humanos), obtuviéndose un total de 485 roedores, de los cuales 233 se capturaron por instalación de trampas en hábitat rural disperso y 252 por trampeo en área peridomiciliaria.
El número total de capturas fue similar en ambos sitios si bien en el área peridomiciliaria se obtuvieron 19 especímenes más. Las especies con mayor frecuencia de captura en ambos casos fueron Akodon azarae (233) y Oligoryzomys flavescens (134), predominando la frecuencia de la primera en el ámbito rural disperso (122 capturas) y la segunda aumentando su porcentaje en las áreas peridomiciliarias (79 capturas). Se destaca que otras especies reservorios de enfermedades virales endémicas (FHA) en nuestra región como Calomys musculinus y Calomys laucha también fueron obtenidas en el ambiente peridomiciliario (44 y 15 capturas respectivamente).
Esta información preliminar resalta la necesidad de desarrollar hábitos en los habitantes de domicilios urbanos, periurbanos y rurales, en relación al saneamiento y ordenamiento adecuado del ambiente peridomiciliar, a fin de evitar la colonización de esta área por roedores reservorios de distintas zoonosis virales. Las principales medidas se orientan al corte de pasto y su mantenimiento, a evitar la disponibilidad de alimento y agua para roedores y de quitar elementos que puedan brindar refugio para la multiplicación de estas especies, minimizando de esta manera el contacto directo y el riesgo de enfermar a las personas.
Fuente: Trabajo presentado en el "Simposio Internacional de Enfermedades por Hantavirus", Fundación Mundo Sano, Buenos Aires, 8 y 9 de octubre de 2003.
La emergencia de los casos de hantavirus en la provincia de Buenos Aires motivó un intenso trabajo de investigación epidemiológica que incluyó, de acuerdo a normativas establecidas por el Ministerio de Salud de la Nación, la captura de roedores silvestres en los sitios de probable exposición de los casos humanos, para detectar los reservorios y las variantes virales que circulan en la región. Esta investigación aporta información necesaria para las estrategias de promoción de la salud a aplicar, destinadas a minimizar el riesgo de adquirir esta infección viral en la población expuesta a riesgo.
El Departamento de Zoonosis Rurales con personal entrenado por el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio Maiztegui" (procedimientos de captura y bioseguridad) ha intervenido con relación a 66 casos humanos de la enfermedad desde el año 1997 hasta el presente, mediante la instalación de 866 líneas de captura, con 14.350 trampas/ noche en ámbitos rurales, suburbanos y urbanos de la provincia, obteniendo 2.325 roedores silvestres que se destinaron a estudios virológicos.
Los roedores de las especies Akodon azarae y Oligoryzomys flavescens fueron los más frecuentemente capturados, con un 56 % y 16 % respectivamente del total de capturas, detectándose una tasa de infección a hantavirus, por serología, del 3.46 % y 5.9 % respectivamente.
Inicialmente se relacionó la casuística con exposición de las personas en ámbitos rurales, no obstante el análisis de la epidemiología de cada caso permitió estimar situaciones de exposición en ambientes periurbanos e, inclusive, urbanos, considerando que uno de los sitios de riesgo es, en particular, el área denominada "peridomicilio". El peridomicilio consiste en un radio de terreno de 30 a 40 metros circundante a la vivienda urbana, periurbana y rural, en el cual se desarrollan gran parte de las actividades rutinarias de la vida cotidiana por parte de los miembros de la familia. En ocasiones, un deficiente saneamiento de esta área (pastizales, malezas, pilas de leña o ramas, elementos en desuso, chatarra y desperdicios que sirvan de alimento y refugio a roedores) permite la multiplicación de especies de roedores silvestres e, inclusive, en picos poblacionales, la invasión del interior de las viviendas.
Un análisis preliminar de las capturas obtenidas en cuatro municipios de diferentes ámbitos de la provincia de Buenos Aires (Tapalqué, Cnel Vidal, Castelli y Florencio Varela) permite enfatizar esta cuestión. Durante los años 1997/98 y en relación a casos humanos, se capturaron roedores en ambientes peridomiciliarios y rurales dispersos de cuatro viviendas (domicilio de los casos humanos), obtuviéndose un total de 485 roedores, de los cuales 233 se capturaron por instalación de trampas en hábitat rural disperso y 252 por trampeo en área peridomiciliaria.
El número total de capturas fue similar en ambos sitios si bien en el área peridomiciliaria se obtuvieron 19 especímenes más. Las especies con mayor frecuencia de captura en ambos casos fueron Akodon azarae (233) y Oligoryzomys flavescens (134), predominando la frecuencia de la primera en el ámbito rural disperso (122 capturas) y la segunda aumentando su porcentaje en las áreas peridomiciliarias (79 capturas). Se destaca que otras especies reservorios de enfermedades virales endémicas (FHA) en nuestra región como Calomys musculinus y Calomys laucha también fueron obtenidas en el ambiente peridomiciliario (44 y 15 capturas respectivamente).
Esta información preliminar resalta la necesidad de desarrollar hábitos en los habitantes de domicilios urbanos, periurbanos y rurales, en relación al saneamiento y ordenamiento adecuado del ambiente peridomiciliar, a fin de evitar la colonización de esta área por roedores reservorios de distintas zoonosis virales. Las principales medidas se orientan al corte de pasto y su mantenimiento, a evitar la disponibilidad de alimento y agua para roedores y de quitar elementos que puedan brindar refugio para la multiplicación de estas especies, minimizando de esta manera el contacto directo y el riesgo de enfermar a las personas.
Fuente: Trabajo presentado en el "Simposio Internacional de Enfermedades por Hantavirus", Fundación Mundo Sano, Buenos Aires, 8 y 9 de octubre de 2003.
Fiebre Hemorrágica Argentina – Virus Junín
Por Carlos Enrique Alvarez
Durante un número indeterminado de años, antes de 1955, en la región del noroeste de la provincia de Buenos Aires se presentaba, en la época de la cosecha del maíz, una enfermedad entre los agricultores dedicados a esa tarea, que por un insuficiente estudio clínico y basándose en cierta semejanza superficial, se diagnosticaba erróneamente como leptospirosis.
En ese año, Arribalzaga efectuó el primer estudio clínico serio del cuadro y emitió la hipótesis de que no se trataba de leptospirosis sino de una nueva enfermedad, hasta entonces ignorada.
En 1958, por causas desconocidas, los casos de fiebre hemorrágica, que ya comenzaba a denominarse “Mal de los Rastrojos” o “Enfermedad de Junín” por ser esta la ciudad epicentro de la epidemia, aumentaron muy bruscamente y se constituyeron varias comisiones científicas de estudio, que rápidamente llegaron a establecer la etiología viral del cuadro, obteniendo el primer aislamiento del virus Antonio S. Parodi, a partir de sangre de enfermos, por inoculación intracerebral de ratones lactantes.
Como el cuadro clínico es muy similar al de otras entidades clínicas denominadas fiebres hemorrágicas, se oficializó después esta designación para la enfermedad, conservándose provisoriamente el nombre de Junín para el virus.
Caracteres del virus.
Es un virus ARN (arenaviridae), finalmente denominado virus Junín, que mide entre 60 y 300 nanómetros. Pertenece al grupo Tacaribe, integrado, además, por los virus Tacaribe (no patógeno), Machupo (F.H. Boliviana) y Lassa (F. H. Lassa).
Se aísla de la sangre de los enfermos durante el período de viremia, que es relativamente prolongado, pues dura tanto como el período febril de la enfermedad. Para ello se inocula la sangre del enfermo a ratones lactantes por vía intracerebral y a cobayos por vía intraperitoneal. Se aconseja inocular el material proveniente de los enfermos a ambos tipos de animales, pues existen cepas que en un primer aislamiento desarrollan sólo en cobayos o en ratones lactantes.
Los cobayos presentan a los 7 días de la inoculación los primeros síntomas, que son muy parecidos a los de la enfermedad humana: se observan petequias y hemorragias en piel y diversos órganos. El animal muere a los 15-20 días de inoculado. En el ratón lactante aparece excitación, marcha lateralizada y parálisis a los 8-10 días de producida la infección.
Ha sido posible adaptar el virus a los cultivos de tejido: se utilizan las células de riñón de mono, de la línea denominada Vero. Produce acción citopatogénica. El diagnóstico indirecto no difiere del de las enfermedades a arbovirus: se efectúan pruebas de neutralización y la reacción de fijación de complemento.
Epidemiología.
La fiebre hemorrágica argentina tiene un área de difusión muy limitada. Se observa en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, sur de las provincias de Córdoba y Santa Fe, y este de La Pampa. En los primeros tiempos, la enfermedad atacaba a los peones que recogían a mano la cosecha del maíz, por lo cuál los casos aparecían en épocas determinadas del año que coinciden con dicha actividad. Hoy en día, la mecanización agrícola ha cambiado el panorama, aunque no la fecha de aparición. La enfermedad sigue afectando a hombres adultos jóvenes dedicados a tareas rurales en general durante el otoño y el invierno, época en la que aumenta el número de lauchas. Dicha época coincide con las cosechas de maíz, soja y girasol y también con la temporada de caza menor, por lo cual puede afectar a cazadores que se internen en los campos. El virus no resiste el calor del verano.
La forma en que el virus llega al ser humano aún no está del todo aclarada. Se acepta, en general, que entra al organismo por vía aérea superior, mucosa conjuntival y soluciones de continuidad de la piel. En infecciones accidentales en laboratorios, que son muy frecuentes, tornando peligroso el manejo de este virus, se ha señalado: infecciones por inoculación accidental (pinchazos con agujas infectadas), inoculación percutánea por manejo de vísceras de animal infectado, infección por vía aérea producida por tentativas de homogeneizar el material conteniendo virus por presión, etc.
Existe, por otra parte, gran cantidad de reservorios, roedores silvestres o ratones de campo, siendo el más importante el Calomys musculinus y secundariamente el Akodon azarae. Estos animales eliminan el virus por la orina y la secreción salival, lo cual podría ser una fuente de infección.
Aspectos clínicos de la enfermedad.
La FHA tiene un período de incubación de aproximadamente 10 a 14 días, tras el cual se inicia la fase de invasión que dura unos 3 a 4 días. Se observa un estado febril de comienzo lento, habitualmente sin escalofríos, con cifras que oscilan alrededor de los 40°C. Hay náuseas, vómitos y, a veces, diarrea. El pulso suele ser lento y dícroto, con bradicardia progresiva, asociándose hipotensión arterial ortostática. Hay cefalea intensa con dolor retroocular y polimialgias (lumbar y pantorrillas). En el abdomen, puede haber hepatomegalia y meteorismo, pero no hay esplenomegalia. La piel presenta petequias en tórax superior y axilas. Se palpan adenopatías generalizadas. Desde el aspecto neurológico, el paciente se presenta obnubilado y somnoliento y con inestabilidad en la marcha.
Hacia el final de la fase de invasión, aparece la "facies matinal de ebrio" característica de la enfermedad: inyección conjuntival, edema bipalpebral, eritema facial (incluye tronco superior), labios violáceos; en las encías se observa hipertrofia gingival, gingivorragia y ribete gingival; la faringe presenta petequias, microvesículas y enantema ramoso; se observa lengua saburral y temblorosa (fina).
Hacia el 5°día de la enfermedad, suele instalarse una de las tres formas clínicas de la enfermedad: tífico-común, tífico-neurológica y tífico-vascular. En esta fase pueden aparecer también las formas clínicas graves: meningoencefalitis (causa de mortalidad) y forma hemorrágica grave (endotelitis capilar diseminada). Hacia el final del período agudo, puede producirse la miocarditis (verificable por ECG), que suele prolongarse por más tiempo que la evolución común de la enfermedad, alargando la duración de la internación del paciente. La enfermedad actualmente tiene una letalidad menor al 6 %.
Diagnóstico.
El diagnóstico de la enfermedad suele definirse entre el 3° y 4° día de la evolución. Hay una viremia prolongada (hasta el 5° día) que permite la realización de pruebas serológicas (fijación de complemento y neutralización), pero la aparición de los anticuerpos es lenta, por lo cual estas técnicas son poco útiles.
El laboratorio común ofrece algunos datos de importancia: en las primeras 12 horas se observa leucocitosis transitoria que luego vira hacia la leucopenia (neutropenia), hematocrito elevado (por formación de 3er espacio), ESD normal o disminuída y plaquetopenia marcada. En el sedimento urinario fresco pueden observarse unas células redondas grandes con numerosos cuerpos de inclusión, que aparecen del 1° al 3er día: son las células de Milani, comunes de observar en la FHA, aunque no se las considera patognomónicas. También se observa la presencia de hematíes y cilindros. Hay disminución de la excreción de cloro urinario.
Tratamiento.
El tratamiento específico se realiza con plasma de convalesciente: plasma de un sujeto que haya tenido FHA confirmada, obtenido de 3 meses a no más de 1 año de curarse la enfermedad. Se debe administrar 250 a 500 cc antes del 5° día de la enfermedad, ya que luego del 7° día es ineficaz.
Obviamente, está indicadas todas las medidas de soporte para estabilizar el estado clínico del paciente, especialmente las destinadas a controlar la deshidratación y las alteraciones del medio interno.
Profilaxis.
Puede ser inespecífica y consiste en la lucha contra los roedores, la mecanización de las labores agrícolas y la adecuada protección de las personas que ingresan al campo, especialmente en otoño e invierno.
La protección específica se realiza en base a la vacuna elaborada con la cepa Candid 1, la que se utiliza desde el año 1990 con buenos resultados, aplicándose en forma selectiva a trabajadores rurales que se desempeñan en las áreas endémicas de la enfermedad.
NOTA: Este artículo está basado en apuntes tomados por el autor en una clase dictada por la Dra. Laura Astarloa a mediados de los '80 en la Cátedra de Enf. Infecciosas de la UBA (Htal Muñiz). La Dra. Astarloa, que falleciera en el mes de mayo del 2010, fue una de las más destacadas investigadoras de la Fiebre Hemorrágica Argentina, publicando numerosos artículos sobre el tema en revistas médicas nacionales e internacionales, formando parte del "equipo de la UBA". Años después dedicó todos sus esfuerzos a la lucha contra el SIDA, llegando a ser Directora Nacional del Programa VIH/ SIDA del Ministerio de Salud.
Durante un número indeterminado de años, antes de 1955, en la región del noroeste de la provincia de Buenos Aires se presentaba, en la época de la cosecha del maíz, una enfermedad entre los agricultores dedicados a esa tarea, que por un insuficiente estudio clínico y basándose en cierta semejanza superficial, se diagnosticaba erróneamente como leptospirosis.
En ese año, Arribalzaga efectuó el primer estudio clínico serio del cuadro y emitió la hipótesis de que no se trataba de leptospirosis sino de una nueva enfermedad, hasta entonces ignorada.
Foto: INTA
En 1958, por causas desconocidas, los casos de fiebre hemorrágica, que ya comenzaba a denominarse “Mal de los Rastrojos” o “Enfermedad de Junín” por ser esta la ciudad epicentro de la epidemia, aumentaron muy bruscamente y se constituyeron varias comisiones científicas de estudio, que rápidamente llegaron a establecer la etiología viral del cuadro, obteniendo el primer aislamiento del virus Antonio S. Parodi, a partir de sangre de enfermos, por inoculación intracerebral de ratones lactantes.
Como el cuadro clínico es muy similar al de otras entidades clínicas denominadas fiebres hemorrágicas, se oficializó después esta designación para la enfermedad, conservándose provisoriamente el nombre de Junín para el virus.
Caracteres del virus.
Es un virus ARN (arenaviridae), finalmente denominado virus Junín, que mide entre 60 y 300 nanómetros. Pertenece al grupo Tacaribe, integrado, además, por los virus Tacaribe (no patógeno), Machupo (F.H. Boliviana) y Lassa (F. H. Lassa).
Se aísla de la sangre de los enfermos durante el período de viremia, que es relativamente prolongado, pues dura tanto como el período febril de la enfermedad. Para ello se inocula la sangre del enfermo a ratones lactantes por vía intracerebral y a cobayos por vía intraperitoneal. Se aconseja inocular el material proveniente de los enfermos a ambos tipos de animales, pues existen cepas que en un primer aislamiento desarrollan sólo en cobayos o en ratones lactantes.
Los cobayos presentan a los 7 días de la inoculación los primeros síntomas, que son muy parecidos a los de la enfermedad humana: se observan petequias y hemorragias en piel y diversos órganos. El animal muere a los 15-20 días de inoculado. En el ratón lactante aparece excitación, marcha lateralizada y parálisis a los 8-10 días de producida la infección.
Ha sido posible adaptar el virus a los cultivos de tejido: se utilizan las células de riñón de mono, de la línea denominada Vero. Produce acción citopatogénica. El diagnóstico indirecto no difiere del de las enfermedades a arbovirus: se efectúan pruebas de neutralización y la reacción de fijación de complemento.
Epidemiología.
La fiebre hemorrágica argentina tiene un área de difusión muy limitada. Se observa en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, sur de las provincias de Córdoba y Santa Fe, y este de La Pampa. En los primeros tiempos, la enfermedad atacaba a los peones que recogían a mano la cosecha del maíz, por lo cuál los casos aparecían en épocas determinadas del año que coinciden con dicha actividad. Hoy en día, la mecanización agrícola ha cambiado el panorama, aunque no la fecha de aparición. La enfermedad sigue afectando a hombres adultos jóvenes dedicados a tareas rurales en general durante el otoño y el invierno, época en la que aumenta el número de lauchas. Dicha época coincide con las cosechas de maíz, soja y girasol y también con la temporada de caza menor, por lo cual puede afectar a cazadores que se internen en los campos. El virus no resiste el calor del verano.
La forma en que el virus llega al ser humano aún no está del todo aclarada. Se acepta, en general, que entra al organismo por vía aérea superior, mucosa conjuntival y soluciones de continuidad de la piel. En infecciones accidentales en laboratorios, que son muy frecuentes, tornando peligroso el manejo de este virus, se ha señalado: infecciones por inoculación accidental (pinchazos con agujas infectadas), inoculación percutánea por manejo de vísceras de animal infectado, infección por vía aérea producida por tentativas de homogeneizar el material conteniendo virus por presión, etc.
Foto: www.infocampo.com.ar
Existe, por otra parte, gran cantidad de reservorios, roedores silvestres o ratones de campo, siendo el más importante el Calomys musculinus y secundariamente el Akodon azarae. Estos animales eliminan el virus por la orina y la secreción salival, lo cual podría ser una fuente de infección.
Aspectos clínicos de la enfermedad.
La FHA tiene un período de incubación de aproximadamente 10 a 14 días, tras el cual se inicia la fase de invasión que dura unos 3 a 4 días. Se observa un estado febril de comienzo lento, habitualmente sin escalofríos, con cifras que oscilan alrededor de los 40°C. Hay náuseas, vómitos y, a veces, diarrea. El pulso suele ser lento y dícroto, con bradicardia progresiva, asociándose hipotensión arterial ortostática. Hay cefalea intensa con dolor retroocular y polimialgias (lumbar y pantorrillas). En el abdomen, puede haber hepatomegalia y meteorismo, pero no hay esplenomegalia. La piel presenta petequias en tórax superior y axilas. Se palpan adenopatías generalizadas. Desde el aspecto neurológico, el paciente se presenta obnubilado y somnoliento y con inestabilidad en la marcha.
Hacia el final de la fase de invasión, aparece la "facies matinal de ebrio" característica de la enfermedad: inyección conjuntival, edema bipalpebral, eritema facial (incluye tronco superior), labios violáceos; en las encías se observa hipertrofia gingival, gingivorragia y ribete gingival; la faringe presenta petequias, microvesículas y enantema ramoso; se observa lengua saburral y temblorosa (fina).
Hacia el 5°día de la enfermedad, suele instalarse una de las tres formas clínicas de la enfermedad: tífico-común, tífico-neurológica y tífico-vascular. En esta fase pueden aparecer también las formas clínicas graves: meningoencefalitis (causa de mortalidad) y forma hemorrágica grave (endotelitis capilar diseminada). Hacia el final del período agudo, puede producirse la miocarditis (verificable por ECG), que suele prolongarse por más tiempo que la evolución común de la enfermedad, alargando la duración de la internación del paciente. La enfermedad actualmente tiene una letalidad menor al 6 %.
Diagnóstico.
El diagnóstico de la enfermedad suele definirse entre el 3° y 4° día de la evolución. Hay una viremia prolongada (hasta el 5° día) que permite la realización de pruebas serológicas (fijación de complemento y neutralización), pero la aparición de los anticuerpos es lenta, por lo cual estas técnicas son poco útiles.
El laboratorio común ofrece algunos datos de importancia: en las primeras 12 horas se observa leucocitosis transitoria que luego vira hacia la leucopenia (neutropenia), hematocrito elevado (por formación de 3er espacio), ESD normal o disminuída y plaquetopenia marcada. En el sedimento urinario fresco pueden observarse unas células redondas grandes con numerosos cuerpos de inclusión, que aparecen del 1° al 3er día: son las células de Milani, comunes de observar en la FHA, aunque no se las considera patognomónicas. También se observa la presencia de hematíes y cilindros. Hay disminución de la excreción de cloro urinario.
Tratamiento.
El tratamiento específico se realiza con plasma de convalesciente: plasma de un sujeto que haya tenido FHA confirmada, obtenido de 3 meses a no más de 1 año de curarse la enfermedad. Se debe administrar 250 a 500 cc antes del 5° día de la enfermedad, ya que luego del 7° día es ineficaz.
Obviamente, está indicadas todas las medidas de soporte para estabilizar el estado clínico del paciente, especialmente las destinadas a controlar la deshidratación y las alteraciones del medio interno.
Profilaxis.
Puede ser inespecífica y consiste en la lucha contra los roedores, la mecanización de las labores agrícolas y la adecuada protección de las personas que ingresan al campo, especialmente en otoño e invierno.
La protección específica se realiza en base a la vacuna elaborada con la cepa Candid 1, la que se utiliza desde el año 1990 con buenos resultados, aplicándose en forma selectiva a trabajadores rurales que se desempeñan en las áreas endémicas de la enfermedad.
NOTA: Este artículo está basado en apuntes tomados por el autor en una clase dictada por la Dra. Laura Astarloa a mediados de los '80 en la Cátedra de Enf. Infecciosas de la UBA (Htal Muñiz). La Dra. Astarloa, que falleciera en el mes de mayo del 2010, fue una de las más destacadas investigadoras de la Fiebre Hemorrágica Argentina, publicando numerosos artículos sobre el tema en revistas médicas nacionales e internacionales, formando parte del "equipo de la UBA". Años después dedicó todos sus esfuerzos a la lucha contra el SIDA, llegando a ser Directora Nacional del Programa VIH/ SIDA del Ministerio de Salud.
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