domingo, 16 de julio de 2017

Toxicología de los insecticidas piretroides.

Muchas plantas han desarrollado sus propias defensas químicas frente a los insectos. Actualmente, existe gran interés en el empleo de estas sustancias naturales como insecticidas. Generalmente, las moléculas presentes en las plantas son difíciles de aislar, resultando complicada su fabricación a escala comercial; sin embargo, esas sustancias han servido para sintetizar nuevos tipos de insecticidas.

Antecedentes.

El piretro es el extracto de la oleorresina de las flores secas del pyretrum, flor similar a la margarita, que se ha utilizado como insecticida durante siglos. El piretro contiene cerca del 50 % de ingredientes insecticidas activos, conocidos como piretrinas.

Los productos a base de piretro y piretrinas se utilizan para controlar plagas en interiores, ya que no son suficientemente estables en presencia de luz y calor, para permanecer como residuos activos en los cultivos.

En cambio los insecticidas sintéticos conocidos como piretroides (químicamente similares a las piretrinas) si tienen la estabilidad necesaria para la aplicación agrícola, en casas y jardines, y para el tratamiento de enfermedades por ectoparásitos.

La obtención de piretrinas sintéticas, denominadas piretroides, se remonta a la fabricación de la aletrina en 1949. Desde ese entonces, su uso se ha ido ampliando en la medida en que los demás pesticidas eran acusados de alta residualidad, bioacumulación y carcinogénesis (organoclorados) y, por otra parte, el alto efecto tóxico en organismos no plaga y en mamíferos (carbamatos y organofosforados). Los piretroides no son inhibidores de la colinesterasa. Entre los numerosos compuestos piretroides existentes figuran: aletrina, deltametrina, tetrametrina, permetrina, cipermetrina, ciflutrina, tralometrina, lambdacialothrina, esbiothrina, etc.

Aspectos toxicológicos.

Ciertos piretroides presentan una gran neurotoxicidad en especímenes de laboratorio cuando se administran por inyección endovenosa; otros son tóxicos por vía oral, sin embargo, la toxicidad sistémica por inhalación y absorción dérmica es baja.

La absorción limitada puede ser responsable de la baja toxicidad de algunos piretroides. La mayoría de los metabolitos de los piretroides se excretan con rapidez por el riñón.

Si se absorben dosis elevadas, pueden causar incoordinación, temblor, salivación, vómito, diarrea e irritabilidad al sonido y al tacto. Las dosis extremas ocasionan convulsiones en animales de laboratorio.

Además de la neurotoxicidad sistémica algunos piretroides causan parestesias en humanos, cuando los materiales líquidos y volátiles se ponen en contacto con la piel. Las sensaciones se han descrito como picazón, ardor, comezón, hormigueo. La piel de la cara puede ser el lugar más afectado, pero algunas veces estas sensaciones aparecen en manos, antebrazos y cuello. La transpiración, la exposición al sol o al calor y la aplicación de agua incrementan las sensaciones desagradables.

En países en vías de desarrollo se utiliza la permetrina para controlar piojos o infestaciones de moscas. A veces estas personas experimentan comezón y ardor en el lugar de la aplicación, aunque esto corresponde a una exacerbación de las sensaciones causadas por los parásitos mismos y no es típica de la reacción parestésica.

Tratamiento de la intoxicación por piretroides.

1) Eliminar de inmediato la contaminación cutánea, lavando la zona con agua y jabón. Si aparece efectos parestésicos o irritantes, buscar tratamiento médico. Las preparaciones oleosas con vitamina E son muy eficaces para prevenir la reacción parestésica y detenerla. No aplicar óxido de zinc.

2) Tratar rápidamente la contaminación ocular mediante un enjuague prolongado con abundante agua limpia o solución salina. Si persiste la irritación consultar en un servicio de Oftalmología.

3) La ingestión de un insecticida piretroide representa un riesgo relativamente bajo.

4) Si se han ingerido cantidades pequeñas de piretroide, o si se ha retrasado el tratamiento, administre carbón activado por vía oral.


Fuente: Boletín electrónico informativo sobre Productos y Residuos Químicos, Año 3, Nº 22, Febrero/ 2007, UNMSM, Lima, Perú.

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