viernes, 21 de julio de 2017

Abejas y plaguicidas: perjuicios por un uso indiscriminado.

El control químico de plagas se ha convertido en una práctica corriente, sin la cual resulta difícil imaginar la viabilidad de muchos cultivos. Pero el uso indiscriminado y generalizado de los plaguicidas los llevó a ser considerados hoy como una de las barreras más serias para la actividad apícola.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), señala que la polinización entomófila, principalmente la producida por las abejas, es un factor decisivo para lograr incrementos competitivos en la producción agropecuaria, aspecto que seguramente cobrará cada vez mayor importancia. La polinización y control de plagas son dos temas, ambos importantes, que tienden hacia un mismo fin: incrementar la producción agropecuaria y hacerla económica.

Foto:  www.ecoosfera.com

La intoxicación de abejas por plaguicidas es un serio problema que no sólo afecta su eficiencia como productoras de miel, polen o jalea real, sino también como polinizadoras naturales en vastas áreas. La eliminación de este insecto y de otros polinizadores, priva a la producción agropecuaria de un recurso sumamente útil.

El radio crítico dentro del cual operan estos insectos abarca varios kilómetros cuadrados. Aunque la riqueza de la flora de interés apícola, la competencia por la misma, la época del año y los factores climáticos, harán variar el área de influencia.

Si las abejas, al comienzo de su ciclo de desarrollo, encuentran sustento cerca del colmenar, el grueso de ellas se hallará ocupado a menos de 300 metros del mismo. Pero a medida que aumente el número de abejas, la competencia obligará a vuelos más distantes. Sin ambargo se acepta, salvo casos de mucha necesidad, que la actividad disminuye notoriamente a partir de los 2.000 metros.

Las intoxicaciones más frecuentes durante o inmediatamente después de la aplicación, deriva del contacto de las abejas en vuelo con partículas de plaguicida, o cuando este permanece aún en el aire en estado gaseoso. Los insecticidas de alto poder de volteo generalmente impiden que las abejas pecoreras, al ser alcanzadas por la aspersión, vuelvan a sus colmenas.

Por otra parte, la contaminación de las abejas con productos de efecto más lento, permite su regreso a las colmenas, donde por portar un olor extraño serán interceptadas y muertas por las guardianas. En la lucha, también éstas se contaminarán y, finalmente, las obreras, que se encargan de sacar de las colmenas las abejas muertas, se intoxican y mueren. En estos casos, la mortandad de abejas será importante o total, según el grado de contaminación y el poder residual, además de otros factores.

Por todas estas implicancias, señalan los técnicos del INTA, es altamente deseable que se disminuyan los riesgos de envenenamiento de abejas a niveles mínimos o nulos, para compatibilizar el control de las plagas con la empresa apícola.

Conocer los hábitos de las abejas, las posibilidades de actuar acorde con los mismos, las diferencias de toxicidad de los plaguicidas para estos insectos y la posibilidad de ajustar algunas variables técnicas de aplicación de los productos, hace posible formular recomendaciones prácticas que permiten lograr, en la mayoría de los casos, la minimización de efectos tóxicos.


Fuente: Clarín Rural, 13/ 08/ 1988

No hay comentarios:

Publicar un comentario